jueves, 19 de noviembre de 2009

A propósito de Pura Anarquía, de Woody Allen

Pura anarquía es el título en español del último libro escrito por Woody Allen con el que el cineasta neoyorkino ha vuelto, después de 25 años, al relato corto en la línea de Perfiles.
Con una pluma ágil y descarada ensarta, en esta obra hilarante, una tras otra las dieciocho historias que la componen, a cual más disparatada pero no carentes de la mordacidad y agudeza a la que nos tiene acostumbrados.
En clave de humor se burla de la sociedad que le ha tocado vivir y el ambiente en el que se mueve. Por sus páginas desfilan psicólogos, yuppies, personajes de dibujos animados, detectives, niños ricos con papás estúpidos, constructores, ladrones, estafadores, mujeres objeto, artistas, mujeres frustradas, maridos engañados y toda una tribu de individuos que podemos encontrar en cualquier metrópoli moderna hoy día.
Sarcástico e ingenioso, con cada relato evidencia un defecto concreto de la realidad de una sociedad que critica abiertamente, haciendo un recorrido por diferentes aspectos esenciales de la cultura occidental recreados de manera grotesca; se podría decir que estamos ante un “esperpento a la americana” pero sin el sabor amargo que se desprende del auténtico.
Con su humor ácido e inteligente y su prosa ágil, ocurrente y divertida logra, partiendo de situaciones que no son en absoluto irreales, y exagerándolas hasta el delirio, inventar una colección de historias de todo punto absurdas y surrealistas pero que mantienen un fino nexo de unión con la realidad de un mundo que él deforma y deconstruye para volver a construir a su antojo; tal vez por ello el lector no acaba de distanciarse de lo real ni es capaz de establecer una clara frontera con los mundos de ficción creados por Allen.
No faltan en estas páginas ni sus temas ni sus personajes fetiches: psiquiatras, filosofía, infidelidades, contradicciones del ser humano, sexo, el mundo aparentemente fastuoso de las grandes estrellas, neurosis y neuróticos varios, posmodernos ávidos de terapias alternativas para encontrar la felicidad... En mi opinión, esta obra encierra una profunda reflexión sobre la condición del hombre en la sociedad occidental moderna tamizada por la angustia, la desesperanza y el desencanto consustanciales a su autor aunque, eso sí, sin perder el sentido del humor.
Woody, tanto en su faceta de escritor como de cineasta, despierta pasiones; nadie queda indiferente ante su obra. O se le ama o se le odia; no hay termino medio. Sus detractores hablan de un neurótico depresivo e inseguro con aires de superioridad al que no se juzga imparcialmente ya que su fama lo precede; sus admiradores, adictos como dicen por ahí, simplemente lo llaman genio.
En mi opinión es un creador inteligente, divertido y agudo; y me agrada su sentido del humor precisamente porque es todo eso y porque en el fondo refleja ese punto de inseguridad y de neurosis del que nadie carece. No es difícil reconocer en los personajes que pueblan estas páginas algún pariente, amigo, compañero o conocido, porque si bien las situaciones son disparatadas no lo es la filosofía o el modo de ver la vida que las fundamenta y desde el que se construyen. Tal vez la absurda realidad que nos presenta el autor y sobre la que ironiza no se halla tan alejada de ésta en la que vivimos.
Finalmente, no considero que, por este libro, Woody Allen sea merecedor del Premio Nobel, como declaró en su momento el guionista Rafael Azcona, pero sí sé que en su compañía me he divertido mucho; y aunque Pura anarquía no pueda ser calificado de obra maestra es el compañero perfecto para pasar un buen rato en una calurosa tarde de verano. Las carcajadas están aseguradas.